viernes-3-mayo-2024

Por José Luís Pichardo, director del ‘Intercafé’

En su discurso de Nochebuena, el Rey Felipe VI hizo hincapié en lo que supone la división en cualquier país, y especialmente cuando se fomenta desde las instituciones.

Por ello, debemos analizar con rigor, profundidad, preocupación y serenidad lo que supone una descomposición en la estructura de un Estado y todo lo que lleva aparejado, cuando hablamos de que nuestros gobernantes no están a la altura de las circunstancias.

Es fácil decir, pensarán muchos, que lo fácil para la oposición en España, liderada por el PP, es oponerse a todo para obtener el rédito del poder, o que es sencillo criticar al Ejecutivo de Sánchez, por no renovar el Consejo General del Poder Judicial cuando son los propios conservadores los que “no han querido dar ese paso”.

Sí, resulta lógico pensar así, salvo que tengamos en cuenta que para cualquier reforma, nuestros políticos, y por tanto, los representantes de la soberanía nacional, deben acogerse a los principios constitucionales, porque de lo contrario incurren en un presunto fraude, respecto al modelo democrático que precisamente pretenden defender.

Por tanto, no es ya una cuestión de rasgarse las vestiduras frente al argumento del partido contrario sino de entender cómo funcionan los parámetros de un Estado de Derecho donde la Ley debe imperar por encima de todos sin excepciones

Un punto en el que el PP tiene gran parte de razón, que no toda, respecto a encallar la reforma del CGPJ o por completo en oponerse a la derogación del delito de sedición o parcial de la malversación, porque eso supone en la práctica, vulnerar los principios constitucionales.

Así que en éste 2022 ya expirado, debemos pensar si realmente nos quedan opciones de salvar el legado de una Transición que a pesar de la beligerancia de Podemos, ERC o el PNV ha creado un marco de convivencia, estabilidad y modernidad para el presente y futuro de España, tal y como dijo el rey en su mensaje navideño.

De hecho, en 40 años, los españoles hemos logrado grandes avances, derrotando al azote del terrorismo, sobreponiéndonos a un intento de Golpe de Estado, ingresando en la UE o la OTAN y siendo un país ejemplar, para acoger grandes eventos deportivos, políticos o sociales.

Con lo cual, no convirtamos al convulso 2022 en un año para olvidar, donde se han removido los cimientos constitucionales y en el que no pensemos a futuro que tuvimos el inicio de “la democracia perdida”, porque eso nos dejará fuera de la competitividad y exigencia que marca nuestro tiempo.

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