El Índice de Precios de Consumo (IPC) sigue por las nubes y no da tregua. Aunque la inflación ha bajado cuatro décimas con respecto al mes de julio (un pico de 10,8% nunca visto desde 1984), ésta sigue desbocada en una tendencia alcista en los transportes, alimentación fresca y tarifas hoteleras, tal y como indica el dato adelantado que ha publicado el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Este dato que casi se mantiene desde el mes anterior se explica por el constante aumento del coste de la electricidad pese a la ‘excepción ibérica’ y también a la subida de los precios en el ocio y en el turismo que tanta repercusión tiene en esta época estival.
Por el contrario, la ligera bajada se debe al abaratamiento de los carburantes. Durante la época de más descanso de los sectores industriales, la gasolina parece haber dado un respiro al bolsillo de los españoles.
Por otro lado, la inflación subyacente sigue campando a sus anchas y sigue batiendo récords mes a mes. Ésta es aquella que mide los precios sin tener en cuenta la volatilidad de la energía ni los alimentos no elaborados. De esta manera, este índice se sitúa en el 6,4% (dato más alto desde 1993), encadenando así un año de constante subida. Para poner en contexto, en en agosto de 2021 este índice sólo se incrementaba un 0,7%.
Lo más preocupante de todo es que se trata de una subida generalizada de precios en todos los productos y sectores, cosa que hace inevitable que estos precios alcistas se trasladen al bolsillo de los ciudadanos reduciendo su capacidad de gasto y de ahorro.
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