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La transición energética con los pies en suelo

por | Jun 20, 2022 | Opinión | 0 Comentarios

Por Manuel Argüelles, socio director de PV Ingen

La transición hacia un modelo descarbonizado es un desafío sin precedentes. Es la primera vez que nos vemos forzados a cambiar un modelo más allá de lo que la tecnología, la economía o los recursos hubieran impulsado por sí mismos. El cambio del modelo energético requiere de muchos esfuerzos a nivel legislativo, a nivel técnico, a nivel económico y a nivel social. Es decir, afecta a todos y todos somos parte de la solución. Y todas estas piezas deben girar como un engranaje, sin generar fricciones, y esto, ya sabemos , en España, es difícil.

La realidad es que ya no hablamos tanto de la transición energética como consecuencia del cambio climático. Ese cambio climático que se empeñan algunas mentes, fosilizadas ellas, en negar desde un punto de vista estrictamente político. La polarización en todo debate a nivel mundial nos lleva a veces al absurdo. Y las posiciones extremas en los dos polos en este sentido hacen daño a la realidad. NO vamos a morir en 10 años ahogados por el deshielo ni el cambio climático es un invento de los chinos para acabar con la industria manufacturera estadounidense. Lo triste es que estos argumentos los han defendido vehementemente personas de mucha responsabilidad a nivel mundial. Seamos , por tanto , serios y responsables.

Lo primero es dejar claro que el cambio climático no admite dudas y es importante asumir que en realidad es un debate científico, complejo y de mucha complejidad. No quiero desviarme hablando del laboratorio de  Mauna Loa, la curva keeling  ni de los muchísimos registros  de temperatura de decenas de años que lo demuestran en diferentes partes del mundo. Ahí están los datos y no voy a explicarlo porque no es el objeto de este artículo. El cambio climático o la transición energética no es cuestión, por tanto, de tendencias políticas ni opiniones basadas en “llevar la contraria a lo que dice el otro”. Está demostrado científicamente y por tanto el debate, científico repito, es acerca de cuándo y cómo irá sucediendo y sus consecuencias. Ese es el debate: El qué y el cuándo. Pero a pesar de esto hay sectores políticos con mínima capacidad técnica que opinan y con vehemencia. Flaco favor nos hacen a todos.

Dicho esto, lo bueno es que ya no se habla del cambio climático como el motor de la transición energética lo que nos evita una resistencia para avanzar. Ahora todos sabemos que la transición hacia un modelo bajo en carbono es una cuestión de supervivencia económica. Es una cuestión de independencia energética, de optimizar la competitividad de nuestras empresas, de minimizar el impacto de la inflación en los ciudadanos, de no depender geopolíticamente de cualquier país porque estamos sometidos a la necesidad de sus combustibles. Es cuestión de calidad de vida porque ,ahora ,nos toca el bolsillo. Esto, al menos, es una buena noticia dentro del drama que está suponiendo esta situación en familias y empresas porque, al fin, estamos de acuerdo en algo que es vital para todos. La transición es necesaria. Y urgente.

Por tanto, todos sabemos ya que en esta transición hacia un modelo descarbonizado tenemos que instalar renovables. Esto es vital para no depender del gar ruso ni de los conflictos con Marruecos o Argelia o de un posible conflicto con China si se llegara a posicionar de una u otra manera con respecto al conflicto de Rusia (toquemos madera) o si le diera por invadir Taiwán. Recordemos que en la pasada cumbre de la OTAN en Madrid se dejó claro que el principal enemigo es Rusia pero cita por primera vez también a China. Incluye además el concepto de amenazas indirectas como el chantaje energético o el de la inmigración. Una alta capacidad de generación de energía renovable es, por tanto,  importante para tener energía más barata así como con precios estables y predecibles, casi nada a día de hoy.

Todos estamos de acuerdo en esto. Pero todo está claro hasta que empezamos a liarnos. Y a complicar las cosas.

Reconozco que hay proyectos de parques eólicos o plantas fotovoltaicas que son inadecuados. También hay especulación en algunos casos, y hay ejemplos de malas prácticas en la adquisición de suelo para estos desarrollos. Pero también es cierto que especulación o no en el desarrollo de estos proyectos NO afecta al precio de esa energía que generan esas instalaciones, sólo a la rentabilidad de los que intervienen. Digo esto porque se opina muchas veces en este sentido alegando que por eso la energía es tan cara, y eso es erróneo porque el precio lo marca el mercado, no los costes que hayan tenido unos proyectos u otros para su desarrollo.

España necesita instalar casi 6.000 MW anuales para poder cumplir los planes del PNIEC y esto está en plena revisión al alza porque los nuevos planes europeos pasan por agilizar mucho todo el proceso como medida urgente para paliar la dependencia energética generada por el conflicto ruso. El retraso que acumulamos, por tanto, es evidente y frenar los planes haría imposible alcanzar los objetivos de 2030.Es decir que serán más de 6.000MW anuales.

Aquí ,en la Comunitat, hay que llegar a los 10.000 MW de potencia instalada en fotovoltaica y 4.000 en eólica hasta 2030. Es importante destacar que en la actualidad en eólica tenemos 1.700 y en fotovoltaica del orden  de  480 megavatios.

Estos números intentan dejar clara la necesidad real y cuantifican cuánto y cuándo debe ser instalada para cumplir unos planes en los que todos estamos, o deberíamos estar, de acuerdo. Centrándonos en la energía fotovoltaica podemos pensar que la dificultad de alcanzar estos números radica en la capacidad de instalar esta potencia. Pero la realidad no es esa, no. La dificultad es que no paramos de poner dificultades, trabas, complicaciones de todo tipo para que un sector puntero a nivel mundial como es el español ejecute este ambicioso plan. Un sector que, en particular en valencia , hay empresas líderes mundiales en ingeniería, construcción, diseño de instalaciones fotovoltaicas así como fabricantes de nivel mundial de trackers,  Inversores y pronto también de Módulos.

El problema, por tanto, viene de lo complejo que es legalizar las instalaciones, es decir, la burocracia. Y si esto fuera poco además alentamos debates absurdos para complicar más a la opinión pública y a los municipios y sus gentes.

Y la burocracia se complica cuando se hacen leyes interpretables que tratan de satisfacer debates públicos que no deberían existir. Un ejemplo es el que ahora está de moda que es opinar sobre el impacto por el uso de suelo rústico.

Más allá de opinar acerca de si una macro planta es 5MW 50MW o 500MW hay que entender que legalizar miles de plantas de 1MW puede saturar las administraciones, ya de por si desbordadas, con lo que nos puede impedir alcanzar los objetivos anteriormente mencionados. Soy plenamente consciente de que extensiones demasiado grandes (estoy evitando sin disimulo el debate de cuantificarlo) generan impacto y rechazo. Pero hay que poner unas normas que permitan avanzar al sector a un ritmo razonable.

Y dentro de estas corrientes de debates improductivos hay una en contra del uso rústico. Aunque esté abandonado.  Hay quien opina que lo que hay que hacer es instalar autoconsumo para resolver el problema y, de esa forma, no dejar España desierta y sin cultivos de cítricos, entre otros. Y estas cosas las dicen personas que no se documentan. NO voy a entrar en la materia referente a los cítricos porque la superficie total ocupada por la fotovoltaica sería tan insignificante respecto a los cultivos de cítricos que no hay debate al respecto de si nos quedamos sin naranjas para el futuro. Me voy a centrar en explicar por que el autoconsumo no es suficiente. Y quiero empezar por hacer una defensa a ultranza de este tipo de instalaciones de autoconsumo ya sean industriales o domésticas, porque me parecen extraordinariamente interesantes por la rentabilidad y por ser generación distribuida y de consumo cercano. Lo único que voy a explicar es que éstas tienen una limitación: la superficie es la que es. Así de sencillo.

Uno de los mejores trabajos que he leído  respecto a la capacidad solar sobre tejado en España es este macro-estudio europeo del año 2019 “A high-resolution geospatial assessment of the rooftop solar photovoltaic potential in the European Union”

https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1364032119305179

 y que  estima una capacidad máxima de generación fotovoltaica sobre tejado en España de 65 TWh. Ahora mismo en España con datos de 2021 publicados por  REE, se consume un total  de energía eléctrica  anual de 256.387 GWh o lo que es lo mismo 256,387TWh.

Por tanto esos 65TWh de energía máxima que podría generarse en los techos representa  25,3% del consumo eléctrico actual, una cifra muy importante pero que no llega ni remotamente a cubrir el consumo eléctrico que tenemos actualmente. Es más, como el proceso de descarbonización requiere una electrificación de los actuales consumos energéticos, ese 25,3% se irá reduciendo progresivamente. Pero la energía final que consume España teniendo en cuenta todas las fuentes de energía es de más de 1.000 TWh. Y con los años vamos a ir subiendo de los 256TWh actuales hacia esos 1000 TWh totales porque la electrificación va absorbiendo parte de  la energía de otros combustibles, pieza clave en la descarbonización ( el ejemplo más visible es el cambio de coches de combustión por eléctricos) Es decir, llenando todos los tejados de España de paneles solares sólo conseguiríamos solventar el 6,5% del consumo de energía final que tenemos en la actualidad. Por mucho que podamos reducirlo gracias a la eficiencia energética o la racionalización de actividades, nunca podrá solventar más que un porcentaje minoritario de nuestro consumo. Concluimos de estos números que los techos son importantísimos para alcanzar los objetivos pero que no se puede decir que son “La” solución.

Por tanto, debemos entender que hay que remar en la misma dirección y no perdernos en debates y complicaciones que no estén documentadas. Por supuesto que debe haber una política territorial que haga compatible la instalación de renovables con el uso del suelo, y debates basados en cosas sensatas también. Bienvenido. Pero no política climática sin base científica porque eso polariza a la sociedad y nos lleva a retrasar cualquier decisión y evitar consensos. Un ejemplo de esto es de las cosas políticamente más incomprensibles que he visto en los últimos 25 años. Me refiero a cómo determinados sectores del ecologismo político dejaron caer la bandera de las renovables en cuanto vieron que las empresas privadas querían hacer negocio con ellas.  En nuestro país a veces parece predominar, al menos mediáticamente, esta posición. Muchos, en cuanto vieron la intención de la gran empresa de hacer negocio con las renovables, se colocaron a la defensiva y empezaron a renegar de lo que siempre habían defendido. Si lo defendían las empresas, si las renovables se habían convertido en un objeto de negocio más del capitalismo, estas tenían que ser forzosamente malas. Y todo eso pese a que por mucho que ganaran las empresas el precio de la energía seguiría bajando por las reglas del mercado marginalista. NO tiene sentido.

Hay que marcar las reglas de forma sensata, coherente, clara para que los funcionarios que deben autorizarlas no se vuelvan locos con interpretaciones y con dudas, con líneas similares en todo el territorio español y no con 17 reglamentaciones y procedimientos distintos, mandando a la sociedad mensajes claros y no contradictorios para evitar movimientos a nivel municipal que resulten en acciones ilegales o incompatibles con los objetivos marcados.

Por tanto, intentemos centrar los debates en las necesidades de los españoles, la forma de solucionarlo y de que se haga de la mejor forma posible y no en base a llevar la contraria por posicionamientos políticos de uno y otro extremo que solo hacen que hundirnos en esta situación en la que nos hemos metido, en gran parte, por políticas erróneas de los últimos años especialmente desde europa. Pero eso ya es material para otro artículo.

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