Por Fernando de Rosa, senador del PP

Hemos comenzado un año electoral que tiene su primera parada el 28 de mayo, cuando elegiremos al presidente de la Generalitat Valenciana. Indudablemente debemos pensar qué es lo que queremos para los próximos cuatro años, pero la pregunta fundamental es a quién queremos como President los próximos cuatro años.

Somos 5.106.228 los valencianos que vivimos en esta tierra, según el censo cerrado en 2022, y cada uno de nosotros debemos pensar cómo nos ha ido durante los años de gestión del gobierno tripartito, socialista, comunista y nacionalista que gestiona nuestro dinero desde 2015.

El presupuesto del gobierno de Ximo Puig para 2023 asciende a 30.050.925.430 €, y podemos hacernos una idea del dinero que ha dispuesto durante las dos legislaturas en las que ha gobernado la Comunitat Valenciana. Nunca un gobierno valenciano ha tenido más dinero para gastar y lo ha gestionado de forma más estéril para los intereses de los ciudadanos.

Así, en materia sanitaria el tripartito sólo ha ejecutado un 15% de los 300 millones presupuestados para inversiones en 2022. Desde que comenzó a gobernar Ximo Puig viene prometiendo la rehabilitación del hospital “La Fe” del barrio de Campanar en la ciudad de Valencia, o la puesta en marcha de centros de salud en la ciudad de Alicante, por poner algunos ejemplos, y los ciudadanos aún estamos esperando. Mientras tanto el año 2022 ha cerrado con 54.260 pacientes en las listas de espera para operarse, subiendo un 7,71% con respecto al año anterior.

En infraestructuras ferroviarias Ximo Puig está mudo frente al gobierno de su jefe Pedro Sánchez, y ha aceptado sumiso que la línea Valencia- Madrid por Cuenca se cierre, condenando a miles de valencianos de la comarca de Requena-Utiel a desconectarse del eje de progreso de la Comunidad.

Igualmente, el silencio cómplice de Ximo Puig ha condenado a nuestros agricultores a seguir sin el agua necesaria. No hay que olvidar que Puig se abstuvo en el Consejo Nacional del Agua que privaba del trasvase Tajo-Segura a las comarcas del sur de Alicante y que solo ha alzado la voz cuando ha percibido el escándalo entre los agricultores y el coste electoral que le va a producir, pero aún no ha presentado alegación alguna contra dicho atropello.

Otra infraestructura que está en peligro por la debilidad de Ximo Puig es el puerto de Valencia. La pregunta que ha lanzado el presidente del Partido Popular de la Comunitat Valenciana, Carlos Mazón, ha quedado sin respuesta por el momento: ¿cómo es posible que la Generalitat haya anunciado que va a presentar un recurso para paralizar la ampliación de esta infraestructura tan importante para la economía valenciana? El representante de la Generalitat en el Consejo de administración de la Autoridad Portuaria de Valencia ha presentado recurso de reposición, y no vale decir que dicho representante es miembro de Compromís, porque ocupa su puesto representando al gobierno valenciano, por lo que, si Ximo Puig no está de acuerdo, debe cesarlo, de lo contrario debemos entender que está de acuerdo con su recurso.

Cada vez que oigamos sacar pecho a Puig de la gigafactoría de Sagunto, debemos recordarle que sin la ampliación del puerto será muy difícil que se mantenga la inversión de Volkswagen y que podamos competir con el puerto de Barcelona, cuya ampliación ha sido apoyada por los amigos de Compromís.

Otra de las cuestiones que tenemos que tener presente a la hora de votar es que, durante el Gobierno de Puig, la pobreza ha aumentado en la Comunitat valenciana. Así pues, tenemos un 30% de índice de pobreza y cerca del 40% de nuestros jóvenes se encuentran en riesgo de pobreza o exclusión social. Cuando accedió Puig al gobierno en el año 2015 la tasa de pobreza infantil era de un 24%, ahora, de un 40%. El ingreso mínimo vital no está llegando a los más vulnerables por la desastrosa gestión de las consellerías responsables, estando esperando las ayudas un 93% de los valencianos que tienen derecho a cobrarlas, habiendo cientos de personas que se están quejando que no las han cobrado después de haber transcurrido seis meses desde que les comunicaron la aprobación.

También nuestras playas están sufriendo la mala gestión de Ximo Puig. El agua cada vez está comiéndose nuestras playas afectando a la principal industria de nuestra Comunitat: el turismo. Puig se limita a aprobar la aportación de arena sin hacer un tratamiento integral de la costa, mientras tanto, ha aprobado la tasa turística que va a hacer menos competitiva nuestra industria turística, al aumentar los precios haciéndonos menos competitivos frente a otros destinos turísticos. Es verdad que es una opción de cada municipio el aplicarlo o no, pero ¿quién puede asegurar que, si se reedita un nuevo tripartito, Compromís no exigirá que se imponga de forma obligatoria?, porque la historia de Ximo Puig es de debilidad frente a sus insaciables socios y su resignación ante las órdenes de Madrid.

Podríamos hablar de su posición poco reivindicativa ante la infrafinanciación de nuestra Comunitat, de las subvenciones a entidades catalanizadoras que salen nuestros bolsillos, de su silencio ante el drama de nuestra industria cerámica y su apoyo a las reformas del Código Penal por los que van a salir a la calle corruptos como han salido violadores y pederastas con el voto de los diputados y senadores del partido socialista valenciano del que es secretario general Ximo Puig.

Por eso nos preguntamos para qué sirve Ximo Puig a los valencianos, si no defiende nuestros intereses y se pliega ante aquellos que no nos tienen en cuenta favoreciendo a nuestros competidores. Es necesario que busquemos otro liderazgo para poder salir de esta época gris en la que estamos sumidos desde 2015, y ese liderazgo lo representa Carlos Mazón, que ha defendido su modelo de “libertad a la valenciana”, liderando un proyecto sin ataduras vengan de Barcelona o de Madrid.