Si tienes mascotas con miedo a los petardos, estos son los consejos del veterinario ante las próximas Fallas

por | Feb 21, 2018 | Actualidad | 0 Comentarios

Ilustre Colegio Oficial de Veterinarios de Valencia (ICOVV) ha aconsejado iniciar cuanto antes los tratamientos en mascotas que presenten miedo a los petardos ante la llegada de las Fallas y dado que los episodios de fobia pueden provocar en los animales taquicardias, vómitos, temblores y modificaciones del comportamiento.
No obstante, según ha informado la entidad colegial en un comunicado, antes de la administración de fármacos es «recomendable tomar medidas que incidan sobre el entorno para atenuar el miedo en nuestras mascotas».
Los veterinarios advierten de que cualquier animal capaz de percibir ruido en el entorno, es susceptible de asustarse con los petardos. En el caso de los de compañía, «desde perros hasta periquitos pueden sufrir, con el inicio de la actividad fallera, episodios de miedo y ansiedad».
Según el ICOVV, el veterinario pautará, en función del nivel de ansiedad, la medicación adecuada que debe administrarse, en algunos casos, «varias semanas antes de que comiencen los ruidos fuertes, ya que pueden tardar hasta tres semanas en hacer efecto».
La prescripción médica para casos de miedo moderado puede ser a base de nutracéuticos (tranquilizantes naturales). Para casos graves es necesario utilizar psicofármacos. Ambos tratamientos pueden combinarse con feromonas sintéticas, tanto para perros como para gatos, «que disminuyen la intensidad de los síntomas y carecen de efectos secundarios».

«Lo idóneo sería centrar los esfuerzos en la prevención», ha explicado María Vitoria, vocal del ICOVV y veterinaria clínica, que aconseja exponer al cachorro «a una variedad de sonidos durante el periodo de socialización, que abarca desde las tres semanas a los tres meses, asegurándonos de que es una experiencia positiva que le permite familiarizarse con ellos».
En los casos de perros adultos en los que exista la sospecha de que pueda existir una fobia, «se debería diagnosticar el problema lo antes posible y aplicar un programa de tratamiento multicomponente», afirma.

«ES COMO SI UNA PERSONA OYE CAER BOMBAS»
Como explica Marina Miralles, etóloga colegiada del ICOVV, «los animales no pueden entender que no hay peligro en los petardos, es como si una persona oye caer bombas». La reacción fisiológica que se desencadena en las mascotas «activa el sistema nervioso simpático y provoca que se liberen grandes cantidades de neurotransmisores, como la adrenalina, u hormonas de estrés, como el cortisol».

Los síntomas que pueden presentar la gran mayoría de animales de compañía son taquicardias, diarrea, vómitos y tendencia a huir o esconderse. Los perros también pueden jadear, deambular, temblar. Asimismo, manifiestan vocalización excesiva y pueden llegar a autolesionarse.
«Si el episodio ocurre en la calle, pueden huir desorientados, lo que cada año causa pérdidas de mascotas, atropellos, etc. En los hogares, no estando el cuidador, pueden llegar a saltar desde el balcón en su deseo de escapar», apunta Miralles.

Por otra parte, existen una serie de medidas que los propietarios de mascotas pueden llevar a cabo para «paliar o atajar» el sufrimiento de los animales ante el ruido generado por los petardos. La más eficaz es alejar al perro o gato del ambiente que le provoca la fobia.

Si no es posible trasladar al animal a un entorno seguro, libre de petardos, recomienda crear barreras sonoras en casa (cerrar ventanas y bajar persianas, poner radio o TV) y espacios en los que la mascota se sienta segura; permitir que el animal se proteja donde él elija, sin forzarlo a permanecer en un sitio determinado; procurar no dejar solas a las mascotas, especialmente en momentos de alta intensidad de petardos; no sujetar o bloquear al animal cuando intente evitar el estímulo fóbico y no castigarlo por sus síntomas ni intentar calmarle mientras evidencie malestar.
Los veterinarios advierten que una exposición «intensa» a los petardos y la falta de tratamiento puede provocar que el animal, lejos de habituarse, «se sensibilice más, aumentando su fobia año tras año». Fisiológicamente este estrés puede deprimir el sistema inmunológico, la capacidad de aprendizaje, la memoria y el ciclo sueño-vigilia. Así como otros signos que comprometen el bienestar animal, como anorexia o estereotipias.

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