El peor incendio de verano registrado en la Comunidad Valenciana ya ha alcanzado las 11.700 hectáreas quemadas. El cambio de viento en la madrugada del martes ha obligado a cambiar la estrategia para erradicar el fuego pero las lluvias previstas para esta tarde permiten ser optimistas.
La virulencia del fuego, su alta velocidad de propagación, los cambios repentinos en el viento y la complicada orografía están haciendo una tarea casi imposible extinguir el incendio de la Vall d’Ebo. Alrededor de 2.000 familias de la zona ya han sido desalojadas para prevenir posibles tragedias por el avance del fuego. Además, 11 carreteras han sido cortadas.
El incendio que mantiene en vilo a tres provincias alicantinas se mantiene activos desde que la caída de un rayo el sábado por la noche lo originara. El president de la Generalitat, Ximo Puig, confía en que los medios aéreos sean claves para extinguir el fuego ya que «a medida que se reduzca el humo podrán trabajar más».
«Lo que más nos preocupa, en cuanto a la superficie, es el perímetro. Cuando tenemos un perímetro de tantos kilómetros, se hace muy difícil controlarlo todo», ha apuntado Puig debido a que el incendio de la Vall d’Ebo ya se encuentra en 80 km de perímetro y el de Bejís en 50.
No obstante, la tarde del martes ha sido vital para poder perimetrar el terreno y empezar a controlar la zona con la ayuda de la lluvia. Las condiciones climáticas permiten poder humedecer el suelo con mayor facilidad y empezar a reducir el impacto y la propagación de las llamas.
(18:45 h) 🌧️📹Imágenes tomadas en estos mismos momentos en el #PMA del #IFValldEbo.
Llueve en la zona del incendio. pic.twitter.com/tpJcg3mVS4
— Emergències 112CV (@GVA112) August 17, 2022
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